Podríamos interpretar este concepto como opuesto o contradictorio al de “Espera” o “Esperanza”, como lo hemos llamado antes, sin embargo, en mi apreciación personal, lo veo como un complemento necesario. Es más, yo lo llamaría, en consecuencia, la “Desesperanza”, para ser coherentes con el léxico.
Se ha sugerido relacionar este concepto con las teorías de Nietszche, filósofo alemán fallecido en 1900, aunque, con todo mi respeto intelectual, conocí someramente su historia y algunas de sus obras, también entendí que su fama fue más por lo contradictorio de sus propias ideas que por la profundización y pruebas de sus teorías. Por lo tanto, honestamente, prefiero aquí expresar mis propias ideas y si en algo se parecieran a las de este ilustre filósofo, me sentiría por demás halagado.
De manera que retomando nuestro concepto de Esperanza, recordemos que veíamos dos tendencias; una de ellas era la Prospectiva, la cual sustentábamos en la calidad de Valores utilizados por el observador en su visualización de los fenómenos Humanos para el futuro. Y aquí podemos destacar que el principal y mayor valor de la humanidad es el Amor, razón de ser de su existencia. Los creyentes asocian este valor con la palabra “Dios” identificándolas como una dualidad: Dios-Amor. No existe una sin la otra. Y a Dios le atribuirían el concepto Nietszcheniano de “Suprahumano”, que los cristianos, consecuentemente con su fe, le atribuyen a Cristo, quien era muy admirado por este filósofo.
Por lo tanto, partiendo de todas esas consideraciones, y de muchas otras expuestas por el mencionado autor, me permito decir que la Desesperanza se da como resultante de un mal cálculo del Esperado matemático o de la Prospectiva, analizados anteriormente. Es decir, si hemos calculado, o determinado, que algo va o puede ocurrir en un lapso específico, y no ocurre, pudiéramos incurrir en desesperanza, sufrir, angustiarnos y padecer traumas psicológicos, si no contamos con un asidero espiritual (digamos mental) que nos permita superar el fracaso del cálculo impidiéndonos su superación. Y es allí donde la FE nos favorece, independientemente de la religión que se profese, siempre que tengamos la idea de Dios como el “Übermensch” Nietszcheniano.
De aquí deducimos, una vez más, la importancia de consolidar nuestros conocimientos de Filocronía, que nos permitirían minimizar los riesgos del fracaso, y si éstos suceden, como a todo humano “normal”, nos darían fortaleza suficiente para superarlos y lograr siempre mejores caminos para el futuro.
Por Nelson Rivas Zambrano, Venezuela.